Mi mejor amigo solía decirme que yo no podía ser más piña: lesbiana en el Perú y alérgica al chocolate. Lo decía porque obviamente ni él ni yo sabíamos nada de nada sobre el “ambiente” o para usar la terminología correcta la comunidad LGBT. Yo tenía 16 y él era (es) heterosexual así que  no teníamos ni idea de cómo hacer para que yo conociera chicas lesbianas y obviamente hacer amigas y eventualmente conseguir una pareja. Luis tuvo la mejor de las intenciones pero salvo por el apoyo moral (y que gran apoyo fuiste Luisitz!!!) no me pudo ayudar mucho a encontrar la puerta al mundo gay limeño. Y así pasó mi vida hasta que un día el SomoS dio respuesta a mis preguntas, ahí estaba, el GPUC y así fue que escribí mi primer email y así por email conocí a algunas chicas que luego se convirtieron en amigas y… y en amigas se quedaron, una de ellas, Clau, la mejor amiga de todas. A partir de ese momento ya estaba fuera del closet y fue muy pero muy chévere no estar sola, aceptarme como lesbiana. No malentiendan yo decía con toda seguridad del mundo “a mí me gustan las chicas” porque eso era 100% verdad pero de ahí a tomar la etiqueta de LESBIANA me tomó un poco más. Decir que era lesbiana significaba que no había vuelta atrás (o al menos eso pensaba yo, así de ignorante e inocente era) que ya no había forma de que luego me gustara un chico, porque si eso pasaba entonces como quitarse la etiqueta como retractarse… no pues decir que era lesbiana así con todas sus letras era un asunto delicado.
Pero ya no estaba sola, habían otras chicas como yo con temores similares y lo bueno de estar rodeada de gente gay es que te sientes tan gay y por fin te sientes tú. Así que poco a poco tomé la etiqueta y la verdad creo que me calza bien. Las etiquetas pueden ser peligrosas pero todo depende de cómo las tomes, yo entiendo por lesbiana mujer a la que le gustan las mujeres y eso describe a la perfección mi preferencia sexual. También me gustan los chicos, en el sentido que puedo decir que tal chico tiene un cuerpo precioso, unos ojitos lindos, una voz muy sexy, etc, decirlo no me hace menos lesbiana, no hace que me dejen de gustar las mujeres, decirlo tampoco me convierte en BI, por qué no me convierte en bi? Pues porque no me gustan los hombres como para tener una relación ni sexual ni sentimental con ellos, nunca pude, nunca he tenido un enamorado, nunca me ha interesado, es más así como hay ene heterosexuales a quienes les da cosa imaginarse dos hombres besándose o dos chicas besándose a mí me da cosa imaginarme sentada en las piernas de un chico rodeándole el cuello con mis brazos y dándole besitos, paso, paso, paso. Cada loco con su tema y el mío son las mujeres.
Ahora que recuerdo como fue mi salida del clóset me doy cuenta de lo estresante que es, y es que es como que todo está oculto, tienes que buscarlo, salvo por Magaly que te dice que el Downtown es la disco gay pues el resto te va a tocar descubrirlo por ti mismo, al menos así me pasó a mí. Ahora hay chats, hay páginas web como esta, hay blogs y mucho más, pero igual tienes que buscarlo. Una vez estuve en Toronto, encontrar la zona gay nos tomó a mí y a Clau media hora, y ni siquiera lo buscamos, nos encontró a nosotras, osea llevábamos media hora en Toronto y ya sabíamos dónde estaba todo lo gay. Era una calle en donde todos los establecimientos tenían su banderita -así como nosotros la colgamos cada 28 de julio, pero ellos las tienen ahí los 365 días del año, con mucho orgullo. O sea, imposible perderse, qué fácil si en Lima hubiera sido así, pero si lo fuera, te atreverías? Perder el miedo es lo más difícil y es que en algún momento todos tenemos miedo, pero eso se pasa, en particular cuando dejas de sentirte solo.
Ser lesbiana en el Perú es ahora para mí de lo más normal, aunque a veces tiene todavía su toque de estrés y es que cuando sales del closet, no dejas de salir, al menos no según mi modo de ver las cosas. Recapitulemos: le dije a mi mejor amigo (del cole), de ahí a mi hermana, de ahí a mis amigas de la U, de ahí a mis padres, de ahí a la gente de mi primera chamba, a la gente de mi segunda chamba, a la gente de mi tercera chamba, a mí hermanita y así sucesivamente, cada persona nueva que conozco tarde o temprano se enterará de que soy lesbiana. Si bien no me presento diciendo “hola, soy Leila y soy lesbiana, gusto en conocerte” mi forma de anunciar que soy lesbiana es simplemente siendo yo, no me guardo comentarios, no me muerdo la lengua, no tengo miedo (y si lo tengo, lo hago a un lado), entonces al final salgo con algún comentario a lo “viste G.I Joe? La tipa que hace de mala está preciosa” o como cuando tenía novia y decía “si pues a mi novia también le gusta esa música” o cosas así. No finjo tener novios que no tengo, y si me piden mi opinión sobre tal cual chica pues diré exactamente lo que pienso, si luego viene el interrogatorio vendrá, si se quieren hacer los que no entienden pues allá ellos, ya habrá alguna otra oportunidad para lanzar otro comentario, yo seguiré siendo yo y seguiré siendo lesbiana, si no te gusta piña y si quieres hablar de eso, hablaremos.
Y así soy yo, la que cuando está enamorada se pasea de la mano con su novia y la abraza y le da besos en la vía pública. Si me da miedo? La verdad no, si los heterosexuales lo hacen por qué yo no? Mi ex me dijo que yo tenía suerte y que  vivía en una burbuja porque esa realidad no se aplica para todos. K se desesperaba con mi “exhibicionismo”, ella decía que tenía novio y obviamente nadie en su trabajo sabían que ella era les, en cambio en mi trabajo, todo el mundo lo sabía, sip, hasta mi jefe, es más alguna vez hasta puse una banderita en mi cubículo y hasta el momento nunca ha habido roches. Supongo que no soy tan piña después de todo, aunque siga siendo alérgica al chocolate.