Esto que te voy a contar no me ha pasado a mi, sino a un amigo que es como de mi tamaño, tiene mi edad, le gusta lo que a mí y por esas cosas de la vida también se llama Alex. Por ninguna razón del mundo se te ocurra que a mí me ha pasado, porque a mi no me ocurren estas cosas.
Todo comenzó cuando Alex (mi amigo) fue invitado a una fiesta a la que asistieron entre tantos un chico regio que la verdad no cree mucho que mi amigo Alex sea buena gente, amable, trabajador, inteligente, sensible, de buen porte y humilde como margarita en maceta. La fiesta estaba llena de montones de gente y de todo tipo, es decir: la loca regia que se cree Carrie Bradshaw, la loca desenfadada que se cree Samantha Jones, la que baila como Shakira teniendo el cuerpo de Miss Piggy (regia la cerdita), la intelectual que no dejaba de hablarme de lo horrible que se a puesto el barrio latino en Paris, la militante que planeaba como hacer una bomba molotov si el próximo congreso no aprueba la bodas gay y por supuesto la super loca que cree que todos creen que es heterosexual solo porque cree que cruzar las piernas, tomar el vino con meñique a lo alto y poner la mano a la cintura es de machos latinos. En medio de tan colorida reunión Alex resultó ser un normalón más, dependiendo de como lo veas podias creer que Alex era un acomplejadito recién salidito del closet o el primo confundido del anfitrión que se puso a tomar vodka como cosaco ruso en plena Revolución de octubre.
Bueno, el regio del que les hablé al inicio del parrafo anterior se acercó a Alex y comenzó una plática forzada, de esas que tienes con el hermano mayor de tu enamorada o con el ex de tu nueva pareja y que sigue siendo su amigo. A mitad de la noche llegó a la fiesta un grupete también vario pinto solo que este nuevo grupete traía consigo a su propio muchacho normalón, solo que más guapo, de espalda más ancha y con la barbita más tupida. El fulano se acercó a servirse un trago y rápidamente notó la presencia del chico que semanas después sería su pareja.
Alex, que siempre termina dejando los borrachines en sus respectivas casas, noto que Andrés -el normalón guapo- también tenía una tolerancia al alcohol comparable a la suya. Los dos hicieron plática, plática que demostró que además de ser buenos para las noches de tragos, también tenían los mismos gustos en cuanto a música, cine y televisión. Nuestros muchachos se despidieron y decidieron verse para almorzar el siguiente fin de semana.
La cena fue agradable y tranquila, nuestros muchachos quedaron en verse para ir al cine el siguiente fin de semana y luego para un concierto. Pasaron muchas citas, casi tres semanas llenas de ellas. De repente Andrés comenzó a preguntar; ¿cómo te gustaría que se te declare un pata? ¿Cuál crees tu que sería el mejor regalo para un chico que te gusta? ¿crees en el amor a primera vista? Bueno les diré que Alex no es de los que se enamoran así nomás, pero estos constantes cuestionamientos parecían poner fin a tres años de soledad, al fin había encontrado a alguien como él.
Efectivamente llegó el día en el que Andrés preguntó:
- ¿Cuando me presentas a tu amigo?
Alex que desde chico aprendió a controlar sus emociones, respondió rápidamente mientras ponía alma, corazón y vida en una expresión moderadamente normal- ¿a quién?
-Al chico que estaba contigo en la fiesta, por favor dime que no es tu pareja.
¿Alguna vez han visto caerse un castillo de cartas de veinticinco pisos? es decir un castillo que se construyó de a pocos en tres semanas, bueno más o menos eso fue lo que pasó en el corazón de mi buen amigo Alex. Lo que les cuento podría parecer una historia triste más, pero no fue así, Alex tiene una nobleza muy particular y una dignidad que lo ha sostenido en terribles circunstancias. Algunos creerán que es un imbécil o que hizo lo que no debía, pero lo que pasó luego fue de lo más extraño y más extraño aún fue lo que pasó por su mente, Alex estaba agradecido con ANDRÉS, después de todo le había regalado tres semanas de citas divertidísimas, de citas interesantísimas, de conversaciones larguísimas, hacía mucho que mi buen Alex no se divertía tanto que llegó a creer que no se lo merecía.
Dejando de lado la pena Alex puso en marcha el plan: Me haré amigo de la regia que me odia para así enparejarlo al chico que me gusta, hay que disculparlo nunca tuvo imaginación para las siglas.
Con mucho esfuerzo Alex logró una reunión entre los tres, Andrés que estaba super nervioso, la regia super incómoda, porque estaba en el centro de Lima y Alex muriéndose por dentro. Cuando la conversación se torno estable, Alex toco retirada y cuando estaba a punto de irse dió la vuelta para ver el primer beso de aquellos dos, del chico que le gustaba y del chico que lo odiaba.
Pobre Alex siempre la madrina, núnca la novia.