Querido diario ayer tube una cita, una cita arreglada por un amigo. No sabes la emoción que sentí. Me levanté muy temprano por la mañana y me fui al gimnasio para llenarme de energias y mantener la convicción de que nada debería arruinar esa noche. Estaba tan contento que me metí a una clase de baile, ya sabes, por si al fulano le da por ir a bailar después del cine. La clase estaba full (quien lo diría a esa hora) hize mis estiramientos y esperé a que comienze la música, aunque núnca había bailado sobrio, algo me decía que dentro de mi había un bailarín nato, que tan dificil puede ser bailar, digo, en el programa de Gisela todos lo hacen muy bonito y la verdad yo no estoy fuera de forma. La anterior fue la primera prueba a mi buena voluntad, porque la cosa se puso fea: ¡Cómo demonios voy a mover la cadera sin mover la cintura! dije con el primer negroide, ¡Cómo carajos muevo la pelvis así ! dije con el segundo reggetón (así se escribe ¿no?), ¡es imposible mover los hombros tan rápido! dije con el tercer merengue, aquí ya toda la clase me miraba feo. Querido diario mejor no escribo lo que dije con la lambada y la saya porque con esas me caí dos veces y le estornudé el gatorade a la única gordita que hasta ese momento me había visto con un poquito de lástima.
La mañana comenzó mal, lo sé, pero algo me decía que todo saldría bien si le ponía un poquito más de empeño. Se acercaba la hora del desayuno y lo mejor era dejar de lado el cereal para comer algo más ligero, un vasito de jugo de naranja estaría bien. A media mañana me dió un poquito más de hambre, mmmm que dilema. Una tacita de café para reanimar el día. Demonios más hambre, maldita sea que terco que soy, otro juguito de naranja, recordé que lo mejor es estar hidratado para que la piel reluzca, me tome un vasito de agua, luego me tomé otro vasito y otro más, y otro más, para que la piel reluzca mucho, muchísimo. Querido diario, las que no debían estar relucientes fueron mis glandulas sudoriparas porque retube el líquido. No me había hinchado pero me sentía globito de carnaval maraca payaso. Me metí a la ducha y mientars cantaba My way en versión de Sid Vicius me unté loción de baño y ¡oh demonios! El más grande de mis temores, se me cayó un lente de contacto, y tu lo sabes bien querido diario soy más ciego que mister Magoo, como también sabes soy más torpe que la mayoría de torpes. Resultado!!! una caída, un ojo medio cerrado por el golpe y por supuesto un agradecimiento increible a mi madre por regalarme un segundo par de lentes de contacto.
Bueno tenía toda la fe del mundo y ahora quedaba ver que me pondría, jeans por supuesto, un polo también... me asaltaron las dudas. Mejor cambiaba la rutina y me ponía algo más a la altura de mi cita, jean, camisa y casaca con parche en los codos, pero... no quería que pensara que soy pretencioso... más dudas. Me decidí por el drill, mis boxers de la suerte, la camisa y una chompita bonita que jamás me había puesto y no se quien me la había regalado, dejé la chompita para el final y no sentir calor, mientras tanto limpié un poquito mis convers.
Se acercaba la hora del almuerzo pero no comí nada para sentirme lijero. Estaba todo listo así que para hacer tiempo practiqué la guitarra un toque, pasaron los minutos, las horas y por supuesto se me hizo tarde, cogí la chompa, me subí al taxi y al cine, por supuesto soy Alex y tenía que pasarme que el tráfico se pone jodido en mi ciudad siempre!!!
Llegué al cine y mi cita creyendo que lo había plantado tenía cara de circunstancia. El cine estaba lleno, es viernes, quien lo diría. Nos sentamos a la mitad y por supuesto toda esa agua que tomé ahora quería salir, cruzé las piernas, los dedos, cabellos, trataba de hacerle un nudo a mi vejiga y el quería que tome la gaseosa que me había comprado. -si, si me gusta la coca cola - le decía, el cine tan lleno, la película tan interesante y este servidor molestando con: -permiso, -disculpe usted, - lo siento señora. Regresé a la sala y claro me sentía ligero, ligerísimo, mi vejiga estaba vacía y mi estomago tambíen, tan vacío que comenzó a hacer unos ruidos molestos, era como si un alienigena estuviera a punto de salir de él, por supuesto debía disimular, así que me puse a hablar, ¡Muy astuto Alex! Hablar en el cine. Los shhhh!!! me cayaron pero a mi estomago no había shhh que lo ponga en su lugar, como si fuera poco hipo! mi cita se sonrió y yo me undí en mi asiento.
Cuando por fin salimos decidimos ir a comer, hacía algo de frio y me puse la chompa. ¿que raro? me dije, tengo comezón. Pues si querido diario me había puesto una chompa de alpaca, no era de alpaca bebe, sino de las que picaban como malla con puas, o sea que debía ser de una alpaca octogenaria como mi tía Adelaida.
En la pizzeria, no me quedó otra que ser sincero con mi cita y contarle mi día, el se rió, no quería creerme pero era tan evidente, con mi moretón en la cara, mi fuga al baño, mis ruidos estomacales, mi hipo y mi hambre.
Querido diario, no fue tan malo mi día, el final fue mejor de lo que esperaba. Tengo un nuevo amigo. Porque eso es mejor que cualquier cosa ¿verdad?
Querido lectores, la anterior fue una historia verdadera, me pasó, de hecho me pasa siempre. Cuentenos cual fue su peor y mejor cita.
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