Al leer la historia antes publicada por Miguel fue como me anime a mandar como fue mi historia y lo mucho que aprendí con todo este proceso de “salir del closet”.
Yo siempre supe que era gay, desde pequeño, siempre me gustaron los niños, esos juegos sexuales, por demás decir NORMALES en el desarrollo psicosexual, siempre fueron buscando a otros varones.
Ya de adolescente comencé a buscar mujeres negando mi naturaleza. Tuve novias, sexo y aventuras. Me definí siempre como bi, hasta que conocí a mi segundo novio. El primero a penas duro tres meses y no fue nada relevante.
Este chavo cambio mi vida, porque el amor que sentía me hizo querer afrontar mi situación (al menos en casa) y no volver a mentirme estando con una mujer; pero no fue suficiente para poder salir con mis amigos. A los tres meses de estar juntos, como no podía afrontarlo le fui dejando pistas a mi madre para que ella fuera la que lo comentara y yo no lo negaría.
El día llegó, me sentó y me preguntó qué fue lo que pasaba. Que podía confiar en ella, y entre lagrimas y demás, me dijo que me amaba y que nada cambiaria, que de momento no lo comentara con nadie más de la casa porque ella necesitaba trabajar ciertas cosas porque no era fácil para ella porque nunca di muestras, según ella, de ser homosexual. Me pregunto el por qué había tenido muchas novias y de mas. Que había sido hasta hace unas semanas (cuando yo decidí empezar a dejar las pistas) que ella empezó a notar cosas.
Al final buscó ayuda y junto con mi padrastro que también le ayudo a aceptarlo, fue que logro asimilarlo completamente. Yo sé que no fue fácil para ella e incluso se que sufrió mucho, pero su amor por mí la hizo luchar por cambiar sus paradigmas y prejuicios. Porque si bien nunca fue una persona homofóbica, tampoco esperaba que su primogénito fuera a ser gay; en sus palabras, ella se imaginaba llena de nietos y con una nuera preciosa.
Ya más liberado, no sentí ganas de decirle a nadie más que a un par de amigos. Así fue que pase el resto de esos años en el closet, aunque yo creo que muchos sabían o se imaginaban, aunque no lo confirmaban porque no soy nada diferente a otros hombres. Pero nunca me veían con una novia, era la única razón que tenían para sospechar.
Eso fue cuando tenía 20 años, fue hasta que cumplí 24 que decidí terminar de salir, porque conocí a otro hombre que también cambio mi vida. A diferencia del otro chavo que mencioné, que fue como mi primer amor, este es un hombre tierno, que me muestra su amor en todo momento y cuya relación es tan similar a cualquiera que hubiera tenido con una mujer. Perdí la pena de salir agarrado de la mano o besarnos y abrazarnos por la calle, en el metro, cerca de mi casa, o donde fuera, sin importar que no fuera un barrio gay.
En ese momento, un año después, cuanto tenía 25, decidí empezar a salir por completo, en el trabajo, con mis amigos, con mi familia, mis hermanos. Decidí perder el miedo al que dirán o a perder a alguien. Y mi determinación era que sería yo quien se los diría, así que empecé uno a uno, mis hermanos, mi abuela, mis amigos, tios. Y todos sin excepción me aceptaron.
Muchos me decían que ya lo sabían pero esperaban a que yo lo dijera para respetar mi privacidad, otros no lo podían creer. Pero lo mágico era ver su amor, su amistad, su apoyo.
Después de decírselo a la familia y amigos más cercanos. Me di cuenta que esta confesión podía ser una especie de regalo, porque quería decir que confiaba en ellos, que los amaba como para abrir mis sentimientos. Y entonces empecé a decírselo a gente, que no es que fuera menos importante, solo era gente sin la que podría vivir pero que sin duda no quería perder.
Aquí me di cuenta que si a la gente que realmente me importaba; mi confesión no había cambiado nada y su amor era más grande que sus prejuicios; pues cualquiera que no me aceptara simplemente no era alguien valioso de conservar y obviamente su cariño por mí no era suficiente.
Hoy amo decir que JAMÁS he perdido a nadie por ser gay, ni a un amigo, ni a un familiar, a nadie. Y que estar fuera y respirar libremente es lo mejor que me pudo pasar. De lo único que me arrepiendo es de no haber salido antes, de no haber disfrutado mas mis años en la uni o en el bachillerato como el hombre que soy. Me arrepiento de haber estado pretendiendo ser quien no era. No imagino cuantos chavos guapos pude conocer en esos años, cuantas experiencias padres seguro me perdi sin la clandestinidad que llevaban implícita muchas de mis experiencias con otros hombres y pude ser más honesto conmigo mismo.
Hoy tengo 27 y jamás regresaría al closet. Jamás volvería a tener un novio al que a ojos de todo el mundo somos amigos y en la cama somos amantes o con quien tenga que caminar por la calle como cuates. Es verdad, hay mucha discriminación, pero lo cierto es que yo nunca la he vivido en las personas que ME AMAN. Lo que si aprendí es que el único que siempre tuvo el prejuicio de ser rechazado o de estar haciendo algo malo FUI YO. Nunca perdí a nadie, aunque pensé que pasaría, nunca nadie me ha rechazado, aunque pensé que pasaría, nunca nadie me ha juzgado, y también pensé que pasaría. En fin, todo lo que pensé que pasaría fue siempre producto de mis propios miedos y prejuicios.
Al final lo veo como una prueba de amor, yo se lo digo a la gente porque le amo y si ellos me aceptan es también prueba de su amor. Un heterosexual no tiene esa oportunidad de poner el amor de la gente a prueba, es un regalo que nosotros si tenemos y que vemos más bien como una maldición, yo les digo que es UN REGALO. De la misma manera creo que en todos los sentidos ser homosexual es un regalo y además he de confesar que “los hombres me vuelven loco” que mas puedo decir XD .
Hoy en casa puedo hablar de mis problemas sentimentales con mi madre, mi abuela hace bromas sexuales, hablan de mi homosexualidad abiertamente y sin problemas, mis hermanos me hacen bromas o me quieren presentar chavos (como si bromearan de una mujer con un hermano heterosexual), mis amigos me preguntan sobre mis problemas sentimentales y a veces hasta sexuales, en fin. Que mas podría yo pedir?? Soy un hombre muy afortunado y encima de todo, acaban de legalizar el matrimonio entre personas del mismo sexo en la ciudad de México. Soy un hombre muy feliz y sé que soy muy amado y aceptado, Esto lo digo en especial por vivir en un país profundamente machista y religioso.